jueves

Manigua



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Apolon tenía tres semanas de plazo para dar con el animal sagrado. En el camino encontró un papel dorado que a simple vista parecía un billete. Era un pasaje para trasladarse hasta la provincia costera. Caminó hasta la estación y allí esperó dos días hasta que apareció el vehículo, cargado de gente hasta el techo. Preguntó si alguien había visto una vaca. Nadie le contestó. Un niño le mostró un dibujo de un elefante y Apolon se preguntó si otro animal sería aceptado para el sacrificio. Hubiera sido mejor un perro, pero desde que habían iniciado los desplazamientos de los clanes, todos los animales medianos habían muerto en manos de sus cocineros. Según el boleto, se le había asignado un asiento al comprador, cuyo nombre aparecía junto al monto correspondiente por un viaje de ida hasta la capital. Para que lo dejaran subir, Apolon mintió sobre su identidad. El lugar que le había tocado estaba ocupado por una mujer semidesnuda y con lo ojos cerrados. Apolon estiró un brazo para despertarla.






Carlos Ríos

Manigua
, Entropía, 2009.

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