sábado

Alrededor de una jaula



Sospecha el jabalí que no

es muy conveniente
mostrarse entre los hombres que consagran
el ocio a la matanza de las bestias.

Así calla
el sonido su alimento breve
en la sorda gangrena del
concierto.







Guillermo Saavedra

Zoo

jueves

Manigua



11


Apolon tenía tres semanas de plazo para dar con el animal sagrado. En el camino encontró un papel dorado que a simple vista parecía un billete. Era un pasaje para trasladarse hasta la provincia costera. Caminó hasta la estación y allí esperó dos días hasta que apareció el vehículo, cargado de gente hasta el techo. Preguntó si alguien había visto una vaca. Nadie le contestó. Un niño le mostró un dibujo de un elefante y Apolon se preguntó si otro animal sería aceptado para el sacrificio. Hubiera sido mejor un perro, pero desde que habían iniciado los desplazamientos de los clanes, todos los animales medianos habían muerto en manos de sus cocineros. Según el boleto, se le había asignado un asiento al comprador, cuyo nombre aparecía junto al monto correspondiente por un viaje de ida hasta la capital. Para que lo dejaran subir, Apolon mintió sobre su identidad. El lugar que le había tocado estaba ocupado por una mujer semidesnuda y con lo ojos cerrados. Apolon estiró un brazo para despertarla.






Carlos Ríos

Manigua
, Entropía, 2009.

lunes

La inseguridad es Pro


En la edición del domingo, el diario Perfil publicó un relevamiento sobre el crecimiento patrimonial de 13 funcionarios claves del macrismo, ocho de los cuales son millonarios. Pero lo más provocador del artículo no es que el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, haya incrementado su patrimonio en 12 millones de pesos durante el último año (y cuya riqueza asciende a 39 millones), ni que los activos del ministro de Educación, Mariano Nardowsky, hayan subido un 189 % desde que asumió el cargo, ni que Horacio Rodriguez Larreta haya perdido plata (lo que viene a confirmar que además de honesto es un boludo), sino que lo más provocador de la edición digital del artículo es un banner del mismo gobierno denunciado al lado del informe periodístico. La publicidad en cuestión nunca fue tan pertinente como en este caso para acompañar semejante noticia, puesto que en lugar de contrarestar los efectos devastadores de la denuncia, no hace más que confirmar aquello que sospechamos. Mientras que el banner pretende alertar a los ciudadanos porteños sobre la inseguridad en los locales nocturnos, la investigación del diario Perfil aclara quién es el que te roba la guita de noche.



jueves

Cuento chino

LA DISPERSIÓN (EL DESBANDE)

Hwân indica progreso y éxito. El rey acude al templo ancestral, y será bueno cruzar el gran torrente. Será conveniente mantenerse firme y correcto.

VIENTO SOBRE AGUA

1º. Esta línea muestra al
sujeto empeñado en rescatar del mal que se cierne, contando con la ayuda de un corcel fuerte.
Habrá buena fortuna.

2º. Esta línea muestra al
sujeto en medio del desbande, apresurándose en maquinar seguridad.
Desaparecerá todo motivo de arrepentimiento.

3º. Esta línea muestra al sujeto
descartando todo
respeto hacia su persona.
No habrá motivo de arrepentimiento.

4º. Esta línea muestra al sujeto dispersando a los diversos partidos del Estado, lo cual conduce a
formidable fortuna. Del desbande vuelve a obtener buenos hombres, una multitud del tamaño de una colina, lo cual no se le hubiera ocurrido a los hombres comunes.

5. Esta línea muestra al sujeto en medio del desbande, haciendo sus grandes anuncios, a medida que el sudor fluye de su cuerpo. También dispersa las acumulaciones de los graneros reales.
No habrá error.

6º. Esta línea muestra al sujeto disponiendo de las que pueden ser llamadas sus sangrientas heridas, y separándose de sus ansiosos temores.
No habrá error.

……………..


Este exagrama me salió hace más de un año, durante una noche en que consulté (creo que por única vez) ese libro indecodificable que es el I Ching, forzado por una visita pasajera entusiasmada con las profecías del texto. Recuerdo bien ese momento porque luego de la lectura de estas líneas, las dos personas que estaban conmigo esa noche, comenzaron a repetirme hasta el cansancio una sola de todas las frases que allí aparecían y cuya riqueza sólo ahora puedo apreciar. Me decían: “Dale loco que tenés que cruzar el gran torrente.” Y otras vaguedades de ese estilo que acompañaban con una sonrisa un tanto molesta, porque Fede y Caro parecían víctimas felices de una inminente borrachera. Y yo, a las cuatro de la mañana, quería irme a dormir y no sabía cómo echarlos educadamente, ya que me esforzaba por ser un buen anfitrión, aun a esas horas. Así que mientras estos dos inadaptados me boludeaban, apretaba las teclas de un Casiotone tratando de sacar la melodía de una vieja canción. Dije que recordaba todo esto perfectamente, sin embargo no recordaba que gran parte de las cosas que se afirmaban en ese enigmático oráculo iban a determinar los hechos que sucedieron meses después de un modo totalmente contrario a la promesa de “éxito y progreso” que están en la primera línea. Es dificil saber qué clase de operación hermenéutica es la adecuada para interpretar los comentario a los exagramas del I Ching, pero incluso prescindiendo de ese detalle, nada nos impide pensar que la frase fundamental del texto no es aquella que refiere a cruzar el gran torrente, sino aquella que reza: “el sujeto en medio del desbande, apresurándose a maquinar seguridad”. (Lo que viene a confirmar, por otra parte, el título del apartado). Es notable el uso del verbo “maquinar”, puesto que, ante la imposibilidad de rescatarme del mal que se cernía, «maquinar» he maquinado mucho, sobre todo, en los meses antes de la dispersión definitiva a la que no me pude sustraer, posiblemente, porque nunca logré maquinar una solución que no fuera la de "los hombre comunes" ni mucho menos conseguir un “corcel fuerte”.


martes

La música de lo incierto



La nada no ocupa mi pensamiento sino mi vida, me decía, hace unos días, en una carta, Pichón Garay. Durante las horas del día no le dedico el más mínimo pensamiento; y mis noches se llenan de sueños carnales. Ha de ser porque la nada es una certidumbre, y hay una raza de hombres a la que debo, presumiblemente, pertenecer, que no baila más que con la música de lo incierto.



Juan José Saer
“En el extranjero”


reflejo

lunes

Nota al pie



"Toda mujer, Yola, quiere la exclusividad de un amigo que nunca vaya a amarla como mujer y de un hombre que nunca la trate como amiga. Yo, sinceramente, lo lamento por todos nosotros."



Marcelo Cohen
El testamento de O´Jaral



Aproximación al liberalismo (de un idiota)



Según nos cuenta, desde hace un tiempo ya no sale con la frecuencia que él quisiera. Sus excursiones nocturnas de fin de semana se fueron reduciendo como el buen gusto de un peluquero bonaerense. Pero cada dos meses abandona el ascetismo y se concede una salida: va a recitales minúsculos o participa de alguna fiesta en calidad de espectador de la mayoría y amigo de unos pocos. Suele beber de más para contrarestar todo lo que no tomó anteriormente, ya que alguien dijo alguna vez que sobrelleva los niveles de alcohol en sangre con cierta elegancia. Entonces él se alegra (sonrisa desencajada en el rostro) cuando la gente ignora, o simula ignorar, sus imperceptibles borracheras mientras habla. Tiene la sana costumbre de aceptar, luego de una breve valoración de los efectos, casi todas las drogas que le convidan. Razón por la que más de una vez tuvo que irse, hecho un trapo, sin saludar a sus amistades. El viernes pasado emprendió esa suerte de placer turístico que se desarrolló en un salón majestuoso de la calle Sarmiento, donde se encontró con sus adorables chichis. Aportaron su encanto, a tono con la moda y el amor cortés, las infaltables M, C, S, y M+ (“luz de mis ojos, fuego de mis entrañas, vida mía” pensó él, recordando a Nabokov). Como siempre, S vino acompañada por E, que es el tucumano más hipe de toda la Argentina: amigo, músico, hacedor de canciones bellas, y a quien saludó con un abrazo sospechosamente cariñoso. El grupo, compuesto en su mayoría por esos bellos exponentes femeninos de las provincias argentinas, (C, puntana; M, tucumana y M+ de algún pueblito del interior), quedó finalmente consolidado cerquita del escenario y con apenas dos hombres para cuidar ese rebaño de ángeles. Haciendo movimientos corporales coordinados al compás de la música, él recibía de tanto en tanto una mirada cómplice, un agarrón de hombros acompañado de sonrisa lasciva, algún roce deliberado con las tetas de sus vecinas, de modo que llegó a pensar que esa noche, tal vez, podía tener la suerte de recibir una muestra de amor más candorosa que esos superficiales acercamientos. M+ se había quitado el abrigo y lucía con nobleza y desparpajo las delicias de su increible anatomía; M desaparecía repentinamente y al rato volvía adornada con vasos de colores que no convidaba a nadie; C bailaba a su lado y lo miraba desde arriba, porque le llevaba 15 centímetros. La última vez que había visto a C, fue hace dos meses en su cena de despedida: volvía a San Luis, cansada de la vida en Buenos Aires. Por eso él preguntó a C si había vuelto en calidad de visitante o se trataba de un retorno duradero. Ella le dijo que su provincia la había asustado, y ya no quería volver, así que se trataba de un retorno. El puso cara de incredulidad. Ella explicó que los hombres de su edad estaban casados o eran inhallables ahí. Por el contrario en Buenos Aires hay muchos, dijo, y aunque no consiga ninguno, al menos conservo la esperanza de que la ilusión se concrete. Pero en San Luis, ni siquiera puedo vivir con esa esperanza. (Risas). A él le hubiera gustado satisfacer esa ilusión femenina, pero advertía que M+ lo relojeaba distraídamente, así que mientras sonaba Pixies de fondo (“Here comes your man”) él le dijo que tenía pensado viajar a San Luis para buscar mujeres. Ella sonrió y siguió moviendo las caderas al ritmo de la babosa hermafrodita que tenía al lado, ese hombre huidizo que estamos tatando de describir. Como la exponente más bella de la República de Tucumania era una artista de vanguardia, M disimulaba su torpeza para el baile injiriendo pequeñas dosis de alcohol. En cierto momento de la noche se acercó a él algo angustiada y confundida, para susurrar en su oído la siguiente confidencia: Creo que estoy muy borracha. El no pudo más que sonreír a causa de su imborrable acento pronvinciano y sentir aún más ternura hacia ella por ese comentario inocente, ya que la princesa del norte parecía estar exagerando, después de todo no era tanto lo que había tomado. Pero M parecía muy preocupada y él debió actuar como un caballero responsable, sobre todo tratándose de una mujer alcoholizada y ¡con novio! Al rato, M+ hizo aparecer un porro entre sus dedos, confirmando que tenía le monopolio de la magia. «Prendelo», dijo ella, y él cumplió solícitamente su tarea. Hablaron un poco de sus respectivas vidas, los cambios que habían ocurrido desde la última vez que se vieron, y otras boludeces poco importantes en relación a las intenciones que él ocultaba para con ella. Ella comentó que no estaba trabajando y se había convertido al hippismo. “En el sentido de que soy una mantenida” explicó muy oronda. El le preguntó por dos amigos ausentes, a lo que ella respondió que estaban medio desaparecidos porque ahora eran novios. Entonces él pronunció una frase que ella celebró: “La gente se pone medio pelotuda cuando empieza un noviazgo”. Etcétera. Después cayó Ulises, (nombre literario de un peluquero de famosas y manager), quien comunicó la novedad de que estaba musicalizando los poemas de él que más le habían gustado. El poeta se mostró entusiasmado y elogió el emprendimiento. “Cuando quieras te podés venir a un ensayo y si te animás recitás algo” invitó Ulises. Un gesto de alarma recorrió su rostro. “No, no” dijo él. “Yo desafino incluso cuando escribo, imaginate si llego a cantar.” Hacia las cuatro de la mañana, el grupo comenzó a desintregrarse lentamente debido a las ilusiones perdidas de sus componentes. La situación lo desborada y no podía dejar de sentir que los hechos esquivaban sus posibilidades, del mismo modo que la arena se escurre entre los dedos. Nuestro hombrecito parecía confirmar no sólo esa actitud evasiva conocida por todos, sino también comportamientos atávicos conocidos por ellas. Si hay un nombre para aquello que lo define, es esa expresión del liberalismo: laissez faire, laissez passer. Su política era dejar hacer a los otros en el mercado de los afectos y dejar pasar la oferta de oportunidades. Después de todo, en un oscuro lugar de su conciencia, donde casi no abundan las zonas claras, él creía que sólo el mercado de los afectos podía regular el tráfico de las pasiones. Esquivó cuerpos anónimos, caminó por debajo de una escalera y salió a la calle.






domingo

La lluvia en el jardín - Giannuzzi



La lluvia en el jardín
y yo rodeado
de cosas subalternas.
El agua abulta las dalias
allí donde todo es necesario
y yo sin romper el vidrio.
El agua es una exacta realidad
a esta hora de la tarde.
Se aplasta
materialmente, para crear a fondo.
¿De dónde saqué esta mentira
para rechinar los dientes cristal adentro,
prisionero de un orden secundario?
Llueve en mi fisiología,
se inclinan las dalias hinchadas
y nada de eso me sirve. Estoy
fuera del cuadro.



Joaquín Giannuzzi



miércoles

Tres poemas de Florencia Abadi



otro viento



es un accidente disfrutar del miedo

defiendo eso de hamacarnos hasta quedar muy cansados

sin restos de ferocidad



mirar atrás



considero que igual no quedé tan dañada

y mi gota de terror en el mundo

no me está perturbando



conducción



no me entierren sin mi triciclo

sin la niña al volante

de mi muerte

también



Florencia Abadi, Otro jardín, Bajo la luna, 2009.




martes

Lecturas


Me regalaron dos novelas de Bolaño: Amberes y Nocturno de Chile. Empecé por la primera y no tardé en descubrir que mi entrada al universo del autor comenzó con la lectura de una novela experimental, por no decir mala. Su escritura está fechada en 1980, lo que me hace suponer que Bolaño en el ‘80 no era todavía el escritor que iba a ser. El argumento es tan raro que ni siquiera el responsable de la contratapa del libro puede explicarlo con simpleza y, en su imposibilidad, cae en el recurso de la enumeración torpe: “Un policía perdido en la ruta, una pelirroja de la que todos hablan pero nadie ha visto, un vagabundo jorobado que vive en el bosque, un asesinato congelado en la memoria de unos pocos”, etc.
Sin embargo, de las páginas que componen la novela, rescaté una sola frase:

“Un impulso, a costa de los nervios que quedan destrozados en habitaciones baratas, propulsiona la poesía hacia algo que los detectives llaman perfección.”

Nocturno de Chile, en cambio, tiene un estilo que caracteriza la prosa y la reputación del autor. Al igual que las novelas de Thomas Bernhard, la historia consta de un solo párrafo que fluye admirablemente en la voz de su narrador, Sebastián Urrutia Lacroix, mezcla de europeísmo y color local. Este sacerdote y decadente crítico literario repasa, en sus últimas horas de vida, algunos momentos claves de su existencia, en los que se combinan las actividades religiosas y la participación en reuniones literarias con jóvenes poetas. El trasfondo histórico-político de esa experiencia "bipolar" es el surgimiento de Allende, con la amenaza que eso supone para un miembro del Opus Dei, y la posterior instalación de Pinochet en el poder. Tras la llegada de la democracia, el narrador intenta conjurar la culpa de sus protagonistas sin dejar de ahorrarse cierta nostalgia por esos personajes que van muriendo junto con el advenimiento de los cambios sociales.

Continuando con el raid de lecturas, terminé Bajo este sol tremendo, excelente primera novela de Carlos Busqued. Grande fue mi asombro al comprobar que en esta novela como en Nocturno de Chile, hay personajes que secuestran gente en el sótano de su casa. (Entiendo que esta relación no se sostiene por otra cosa más que por el hecho de haber leído una después de otra). Mientras que en la novela del argentino no hay “reflexión moral” -ni de ningún tipo-, en la del chileno hay algo de este orden:

“Yo me hice la siguiente pregunta: ¿por qué nadie, en su momento, dijo nada? La respuesta era sencilla: porque tuvo miedo, porque tuvieron miedo. Yo no tuve miedo. Yo hubiera podido decir algo, pero yo no vi nada, nada supe hasta que fue demasiado tarde. ¿Para qué remover lo que el tiempo piadosamente oculta?”

Ahora sigo con Manigua, de Carlos Ríos, y espero que no haya nada oculto bajo la alfombra.



domingo

Presentación


















Ahí estaremos.

sábado

Un ejercicio - William CArlos Williams



Enfermo como estoy

con la mente confundida
Quiero decir que

sobrellevé este septiembre
hasta aquí
visitando amigos

volviendo a casa
tarde en la noche
vi

a un negro gigantesco
un collar sucio
alrededor de su

enorme cuello
parecía estar
ahogándolo

No supe
si me vio

o no aunque
estaba sentado
directamente

delante mío
cómo
nos escaparemos
de estos tiempos


modernos
y aprenderemos
a respirar otra vez.



William Carlos Williams, en La música del desierto



jueves

Llamen a Moe que Charly está en cualquiera



Puedo ver y decir y sentir:

algo ha cambiado.


Charly García



En “El simulacro”, un cuento de Borges que tiene mucho de fábula, conocemos la historia de un hombre vestido de riguroso luto que, allá por 1952, aparece en un pueblito del Chaco con una obra ambulante. Para la representación fúnebre dispone de una muñeca rubia y una caja de cartón. La escena dura unos minutos, el público se acerca al simulacro del velorio y le dice al hombre enlutado: Mi sentido pésame, General. Frente a esto, el narrador se pregunta:


¿Qué suerte de hombre ideó y ejecutó esa fúnebre farsa? ¿Un fanático, un triste, un alucinado o un impostor y un cínico? ¿Creía ser Perón al representar su doliente papel de viudo macabro? La historia es increíble pero ocurrió y acaso no una vez sino muchas, con distintos actores y con diferencias locales.


El relato parece contestar el siguiente interrogante: ¿qué ocurre cuando una vida se desvanece? El narrador nos da una pista: la muerte de Eva es el disparador de la fundación de una “crasa mitología, para el crédulo amor de los arrabales”. Esa muerte hace posible el comienzo del mito en torno a la figura de Eva, y morir constituye el hecho fundamental para convertirse en ícono y leyenda. (Nada más explotado en términos iconográficos que la imagen de Evita por parte el peronismo en cada una de sus variantes.) Ahora bien, la farsa que lleva adelante el personaje que se creía Perón tiene múltiples resonancias, y aquí me interesa comentar sólo una, aquella que hace de esta fábula una historia que se repite una y mil veces no ya con actores de la política, sino con algunos protagonistas del espectáculo local.


¿Qué ocurre cuando un “artista” construye esa mitología (la del rock star, por ejemplo) sin la urgente necesidad de morir a tiempo? ¿Cómo puede alguien sostenerse con elegancia, al menos creativamente, y renunciar a los principios de la anarquía o la transgresión que fueron su sello, luego de coquetear con la muerte y estar condenado a seguir viviendo? Por último, ¿de qué manera responde la figura de Charly García el interrogante acerca de qué ocurre cuando una vida se desvanece en vida? El mismo genio nos da una pista: se vuelve una caricatura, una farsa macabra de sí mismo. ¿Un fanático, un triste, un alucinado o un impostor y un cínico? Bonus track, ¿Cuánto tiempo le demandará a Charly volver a ser Charly y bajo qué recursos? La respuesta está en la promoción de una vieja canción del antiguo Charly que se difundió como si fuera un tema nuevo del nuevo Charly. Un músico que se plagia a sí mismo, pero a su doble anterior. Esta es la contracara del cuento de Borges. Si en aquella ficción nos encontramos con una persona que simula ser otra: el enlutado que intenta ser Perón; en la realidad que nos ofrece el músico estamos frente a la misma persona que simula ser otra.


Me ahorro el espectáculo de verlo en sus últimos conciertos y confío en la descripción que hacen otros: “García supera todos los límites. Casi no puede cantar y apenas puede moverse. (…) Su cara está inflamada y su mirada ida, pero igual hace cortes de manga —en cámara lenta— como si alguien lo activara desde una consola.”


En este curioso juego de espejos donde una novedad resulta ser, al mismo tiempo, una noticia del pasado, sería reconfortante, incluso maravilloso, que en el devenir de los hechos nuestro rock star del subdesarrollo tenga algo más para decir que no sea simplemente balbucear, implorando la anestesia, say no more. Porque para morir no hace falta más que estar vivo.