Sospecha el jabalí que no
es muy conveniente
mostrarse entre los hombres que consagran
el ocio a la matanza de las bestias.
Así calla
el sonido su alimento breve
en la sorda gangrena del
concierto.
11
Apolon tenía tres semanas de plazo para dar con el animal sagrado. En el camino encontró un papel dorado que a simple vista parecía un billete. Era un pasaje para trasladarse hasta la provincia costera. Caminó hasta la estación y allí esperó dos días hasta que apareció el vehículo, cargado de gente hasta el techo. Preguntó si alguien había visto una vaca. Nadie le contestó. Un niño le mostró un dibujo de un elefante y Apolon se preguntó si otro animal sería aceptado para el sacrificio. Hubiera sido mejor un perro, pero desde que habían iniciado los desplazamientos de los clanes, todos los animales medianos habían muerto en manos de sus cocineros. Según el boleto, se le había asignado un asiento al comprador, cuyo nombre aparecía junto al monto correspondiente por un viaje de ida hasta la capital. Para que lo dejaran subir, Apolon mintió sobre su identidad. El lugar que le había tocado estaba ocupado por una mujer semidesnuda y con lo ojos cerrados. Apolon estiró un brazo para despertarla.
En la edición del domingo, el diario Perfil publicó un relevamiento sobre el crecimiento patrimonial de 13 funcionarios claves del macrismo, ocho de los cuales son millonarios. Pero lo más provocador del artículo no es que el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, haya incrementado su patrimonio en 12 millones de pesos durante el último año (y cuya riqueza asciende a 39 millones), ni que los activos del ministro de Educación, Mariano Nardowsky, hayan subido un 189 % desde que asumió el cargo, ni que Horacio Rodriguez Larreta haya perdido plata (lo que viene a confirmar que además de honesto es un boludo), sino que lo más provocador de la edición digital del artículo es un banner del mismo gobierno denunciado al lado del informe periodístico. La publicidad en cuestión nunca fue tan pertinente como en este caso para acompañar semejante noticia, puesto que en lugar de contrarestar los efectos devastadores de la denuncia, no hace más que confirmar aquello que sospechamos. Mientras que el banner pretende alertar a los ciudadanos porteños sobre la inseguridad en los locales nocturnos, la investigación del diario Perfil aclara quién es el que te roba la guita de noche.
Según nos cuenta, desde hace un tiempo ya no sale con la frecuencia que él quisiera. Sus excursiones nocturnas de fin de semana se fueron reduciendo como el buen gusto de un peluquero bonaerense. Pero cada dos meses abandona el ascetismo y se concede una salida: va a recitales minúsculos o participa de alguna fiesta en calidad de espectador de la mayoría y amigo de unos pocos. Suele beber de más para contrarestar todo lo que no tomó anteriormente, ya que alguien dijo alguna vez que sobrelleva los niveles de alcohol en sangre con cierta elegancia. Entonces él se alegra (sonrisa desencajada en el rostro) cuando la gente ignora, o simula ignorar, sus imperceptibles borracheras mientras habla. Tiene la sana costumbre de aceptar, luego de una breve valoración de los efectos, casi todas las drogas que le convidan. Razón por la que más de una vez tuvo que irse, hecho un trapo, sin saludar a sus amistades. El viernes pasado emprendió esa suerte de placer turístico que se desarrolló en un salón majestuoso de la calle Sarmiento, donde se encontró con sus adorables chichis. Aportaron su encanto, a tono con la moda y el amor cortés, las infaltables M, C, S, y M+ (“luz de mis ojos, fuego de mis entrañas, vida mía” pensó él, recordando a Nabokov). Como siempre, S vino acompañada por E, que es el tucumano más hipe de toda
otro viento
es un accidente disfrutar del miedo
defiendo eso de hamacarnos hasta quedar muy cansados
sin restos de ferocidad
mirar atrás
considero que igual no quedé tan dañada
y mi gota de terror en el mundo
no me está perturbando
conducción
no me entierren sin mi triciclo
sin la niña al volante
de mi muerte
también
Puedo ver y decir y sentir:
algo ha cambiado.
Charly García
En “El simulacro”, un cuento de Borges que tiene mucho de fábula, conocemos la historia de un hombre vestido de riguroso luto que, allá por 1952, aparece en un pueblito del Chaco con una obra ambulante. Para la representación fúnebre dispone de una muñeca rubia y una caja de cartón. La escena dura unos minutos, el público se acerca al simulacro del velorio y le dice al hombre enlutado: Mi sentido pésame, General. Frente a esto, el narrador se pregunta:
¿Qué suerte de hombre ideó y ejecutó esa fúnebre farsa? ¿Un fanático, un triste, un alucinado o un impostor y un cínico? ¿Creía ser Perón al representar su doliente papel de viudo macabro? La historia es increíble pero ocurrió y acaso no una vez sino muchas, con distintos actores y con diferencias locales.
El relato parece contestar el siguiente interrogante: ¿qué ocurre cuando una vida se desvanece? El narrador nos da una pista: la muerte de Eva es el disparador de la fundación de una “crasa mitología, para el crédulo amor de los arrabales”. Esa muerte hace posible el comienzo del mito en torno a la figura de Eva, y morir constituye el hecho fundamental para convertirse en ícono y leyenda. (Nada más explotado en términos iconográficos que la imagen de Evita por parte el peronismo en cada una de sus variantes.) Ahora bien, la farsa que lleva adelante el personaje que se creía Perón tiene múltiples resonancias, y aquí me interesa comentar sólo una, aquella que hace de esta fábula una historia que se repite una y mil veces no ya con actores de la política, sino con algunos protagonistas del espectáculo local.
¿Qué ocurre cuando un “artista” construye esa mitología (la del rock star, por ejemplo) sin la urgente necesidad de morir a tiempo? ¿Cómo puede alguien sostenerse con elegancia, al menos creativamente, y renunciar a los principios de la anarquía o la transgresión que fueron su sello, luego de coquetear con la muerte y estar condenado a seguir viviendo? Por último, ¿de qué manera responde la figura de Charly García el interrogante acerca de qué ocurre cuando una vida se desvanece en vida? El mismo genio nos da una pista: se vuelve una caricatura, una farsa macabra de sí mismo. ¿Un fanático, un triste, un alucinado o un impostor y un cínico? Bonus track, ¿Cuánto tiempo le demandará a Charly volver a ser Charly y bajo qué recursos? La respuesta está en la promoción de una vieja canción del antiguo Charly que se difundió como si fuera un tema nuevo del nuevo Charly. Un músico que se plagia a sí mismo, pero a su doble anterior. Esta es la contracara del cuento de Borges. Si en aquella ficción nos encontramos con una persona que simula ser otra: el enlutado que intenta ser Perón; en la realidad que nos ofrece el músico estamos frente a la misma persona que simula ser otra.
Me ahorro el espectáculo de verlo en sus últimos conciertos y confío en la descripción que hacen otros: “García supera todos los límites. Casi no puede cantar y apenas puede moverse. (…) Su cara está inflamada y su mirada ida, pero igual hace cortes de manga —en cámara lenta— como si alguien lo activara desde una consola.”
En este curioso juego de espejos donde una novedad resulta ser, al mismo tiempo, una noticia del pasado, sería reconfortante, incluso maravilloso, que en el devenir de los hechos nuestro rock star del subdesarrollo tenga algo más para decir que no sea simplemente balbucear, implorando la anestesia, say no more. Porque para morir no hace falta más que estar vivo.