domingo

La escena cultural y la caída del muro/ bonus track

Una nota de Roman Setton sobre la nueva literatura alemana.

Otra nota de Esteban Schmidt sobre la nueva literatura peronista.

sábado

Vivir en la desmesura


Si resumimos en una ficha clínica la existencia de Dick, encontramos sobrados elementos para un diagnóstico psiquiátrico. Abundan los factores esquizofrénicos, como el trauma de la hermana perdida o el prematuro divorcio de los padres. En su vida hubo cinco matrimonios, cuya duración promedio no llega a los cuatro años, y una serie de dos años para la estabilidad de las parejas que construía.


Veinte años tomando anfetaminas en forma casi ininterrumpida, experiencias circunstanciales con alucinógenos, hipertensión crónica, algunas tendencias al alcoholismo, alucinaciones auditivas desde la adolescencia, una crisis confusional, dos intentos de suicidio, un mes de internación psiquiátrica y muchos años de terapia en instituciones públicas: el todo, culminando con una muerte tan prematura como su nacimiento, a los cincuenta y cuatro años.


El más cuteloso de los profesionales que examinara una historia clínica como esta no diría que se trató de una muerte imprevisible, sino de un deterioro progresivo, agravado por tendencias suicidas. Pero le resultaría difícil explicar su prodigiosa creatividad, el sentido del humor con el cual era capaz de mirarse a sí mismo, y su cordialidad, que testimonian todos los que lo conocieron. Resulta casi milagroso que una persona tan enferma haya podido cosntruir una obra tan rica, exorcizando sus propias obsesiones y evitando por años la desorganización mental, sin acabar prematuramente en una institución psiquiática.



Pablo Capanna, Philip K. Dick, 1995




jueves

ligereza, entretenimiento y cierta visualidad


Entrevista a Josefina Ludmer en Perfil a propósito de la reedición de
Onetti:


—También en el prólogo anota que las palabras de los años setenta eran “escritura, significante, producción, revolución, deseo y goce”. ¿Cuáles son las palabras del presente?

J. L —Bueno, no lo pensé, pero te podría decir: entretenimiento. Esa sería una de las primeras. O sea, no aburrimiento, diversión. Y segundo: no densidad. Porque cuando uno dice que una cosa es densa, más bien te la sacás de encima, en cambio en esos años la densidad era un valor. Cierta ligereza en el buen sentido, que yo veo muy encarnada en la literatura de César Aira. Cierta liviandad, aunque después si uno profundiza el análisis no sea tanto así. Pero cierta impresión de liviandad, de fluidez, que en la obra de Roberto Bolaño se ve claro… Ligereza y entretenimiento, esas dos serían las palabras centrales… Ah, y agrego una más: cierta visualidad, que la obra haga ver cosas, que genere imágenes.

—En el ensayo “Contar el cuento” afirma que la fórmula que se puede rastrear en los libros de Onetti es: la llegada de lo insólito, la investigación, el cierre. ¿No es la estructura de los policiales?

J. L —Sí, la estructura de la obra de Onetti es policial. Cuando él narra, en general le da un tinte policial a la historia. Es una cuestión de la forma, y es más bien una insinuación, nunca es un policial directo. Es como un policial atenuado, como una reminiscencia del policial por la investigación, porque la idea de Onetti es que es el narrador el que no sabe. A veces dice: porque no sabemos, narramos. Muchas veces aparece un narrador colectivo en Santa María, que son “los notables”: el médico, el farmacéutico. En Onetti la narración es siempre una búsqueda de saber.



martes

Claude est mort





En la obra de un hombre está la explicación
de ese hombre.



Paul Gauguin













(1908 - 2009)