domingo

fragmento


Estoy sentado en una piedra, en un monte de naturaleza agradable, aunque bien triste.
Viene, desde lejos, un pastor. Me dice:
-No te es permitido permancer en este sitio.
Voy a preguntar por qué y él se anticipa:
-Porque sobre esa piedra un cordero fue sacrificado.
Retiro mi cuerpo del descanzo y quedo de pie ante el anciano.
Él se satisface de mi obediencia y reemprende su camino.
Instalado en una piedra más pequeña, examino la mayor como si acabara de proponerme un enigma, no una prohibición.
Me sorprende el pastor con un regreso repentino y me amonesta:
-¡Y no pretendas haber sido dado al sacrificio, ser un inmolado!
(...)
Rehago mi entendimiento y lo adapto al lugar donde en verdad me hallo. Ya sé, es la sierra de los penados meritorios, que trabajan en el taller, con permiso especial y a cambio de salario, hasta las tres de la mañana.
Siento el cerebro machucado; como si estuviese al cabo de un abnegado esfuerzo de creación. Como si hubiera escrito un libro.
Pero mi cansancio no es feliz.
La noche sigue... y no es hacia la paz a adonde fluye.




Antonio Di Benedetto.
El silenciero, 1964.

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