No están.
Aquí no hay nada.
Y allí tampoco.
No puedes saludarlo,
desearles buenos días
o escupir a sus pies.
No puedes
siquiera despedirlos en la noche
de tu propio umbral.
No están.
aunque uses sus zapatos,
su cama, sus anillos.
No están.
No es posible
la traslación de un pensamiento
ni una corriente de emoción
correspondida.
No están.
Ámalos, maldícelos, recuérdalos:
el vacío chupa tus llamadas.
Contempla sus fotografías,
oye sus voces en la cinta:
fraudes en la mente,
trucos en la memoria.
No están.
Huele sus ropas,
palpa sus objetos:
frío callado en el aire solo.
No están.
No suman, no intervienen.
Más remotos que nunca cada día.
Tenazmente empeñados en no estar.
Joaquín Giannuzzi
Un arte callado, Ediciones del Dock
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