lunes
domingo
La escena cultural y la caída del muro/ bonus track
sábado
Vivir en la desmesura
Si resumimos en una ficha clínica la existencia de Dick, encontramos sobrados elementos para un diagnóstico psiquiátrico. Abundan los factores esquizofrénicos, como el trauma de la hermana perdida o el prematuro divorcio de los padres. En su vida hubo cinco matrimonios, cuya duración promedio no llega a los cuatro años, y una serie de dos años para la estabilidad de las parejas que construía.
Veinte años tomando anfetaminas en forma casi ininterrumpida, experiencias circunstanciales con alucinógenos, hipertensión crónica, algunas tendencias al alcoholismo, alucinaciones auditivas desde la adolescencia, una crisis confusional, dos intentos de suicidio, un mes de internación psiquiátrica y muchos años de terapia en instituciones públicas: el todo, culminando con una muerte tan prematura como su nacimiento, a los cincuenta y cuatro años.
El más cuteloso de los profesionales que examinara una historia clínica como esta no diría que se trató de una muerte imprevisible, sino de un deterioro progresivo, agravado por tendencias suicidas. Pero le resultaría difícil explicar su prodigiosa creatividad, el sentido del humor con el cual era capaz de mirarse a sí mismo, y su cordialidad, que testimonian todos los que lo conocieron. Resulta casi milagroso que una persona tan enferma haya podido cosntruir una obra tan rica, exorcizando sus propias obsesiones y evitando por años la desorganización mental, sin acabar prematuramente en una institución psiquiática.
Pablo Capanna, Philip K. Dick, 1995
jueves
ligereza, entretenimiento y cierta visualidad
Entrevista a Josefina Ludmer en Perfil a propósito de la reedición de Onetti:
J. L —Bueno, no lo pensé, pero te podría decir: entretenimiento. Esa sería una de las primeras. O sea, no aburrimiento, diversión. Y segundo: no densidad. Porque cuando uno dice que una cosa es densa, más bien te la sacás de encima, en cambio en esos años la densidad era un valor. Cierta ligereza en el buen sentido, que yo veo muy encarnada en la literatura de César Aira. Cierta liviandad, aunque después si uno profundiza el análisis no sea tanto así. Pero cierta impresión de liviandad, de fluidez, que en la obra de Roberto Bolaño se ve claro… Ligereza y entretenimiento, esas dos serían las palabras centrales… Ah, y agrego una más: cierta visualidad, que la obra haga ver cosas, que genere imágenes.
—En el ensayo “Contar el cuento” afirma que la fórmula que se puede rastrear en los libros de Onetti es: la llegada de lo insólito, la investigación, el cierre. ¿No es la estructura de los policiales?
J. L —Sí, la estructura de la obra de Onetti es policial. Cuando él narra, en general le da un tinte policial a la historia. Es una cuestión de la forma, y es más bien una insinuación, nunca es un policial directo. Es como un policial atenuado, como una reminiscencia del policial por la investigación, porque la idea de Onetti es que es el narrador el que no sabe. A veces dice: porque no sabemos, narramos. Muchas veces aparece un narrador colectivo en Santa María, que son “los notables”: el médico, el farmacéutico. En Onetti la narración es siempre una búsqueda de saber.
martes
sábado
Alrededor de una jaula
Sospecha el jabalí que no
es muy conveniente
mostrarse entre los hombres que consagran
el ocio a la matanza de las bestias.
Así calla
el sonido su alimento breve
en la sorda gangrena del
concierto.
jueves
Manigua
11
Apolon tenía tres semanas de plazo para dar con el animal sagrado. En el camino encontró un papel dorado que a simple vista parecía un billete. Era un pasaje para trasladarse hasta la provincia costera. Caminó hasta la estación y allí esperó dos días hasta que apareció el vehículo, cargado de gente hasta el techo. Preguntó si alguien había visto una vaca. Nadie le contestó. Un niño le mostró un dibujo de un elefante y Apolon se preguntó si otro animal sería aceptado para el sacrificio. Hubiera sido mejor un perro, pero desde que habían iniciado los desplazamientos de los clanes, todos los animales medianos habían muerto en manos de sus cocineros. Según el boleto, se le había asignado un asiento al comprador, cuyo nombre aparecía junto al monto correspondiente por un viaje de ida hasta la capital. Para que lo dejaran subir, Apolon mintió sobre su identidad. El lugar que le había tocado estaba ocupado por una mujer semidesnuda y con lo ojos cerrados. Apolon estiró un brazo para despertarla.
Carlos Ríos
Manigua, Entropía, 2009.
lunes
La inseguridad es Pro
En la edición del domingo, el diario Perfil publicó un relevamiento sobre el crecimiento patrimonial de 13 funcionarios claves del macrismo, ocho de los cuales son millonarios. Pero lo más provocador del artículo no es que el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, haya incrementado su patrimonio en 12 millones de pesos durante el último año (y cuya riqueza asciende a 39 millones), ni que los activos del ministro de Educación, Mariano Nardowsky, hayan subido un 189 % desde que asumió el cargo, ni que Horacio Rodriguez Larreta haya perdido plata (lo que viene a confirmar que además de honesto es un boludo), sino que lo más provocador de la edición digital del artículo es un banner del mismo gobierno denunciado al lado del informe periodístico. La publicidad en cuestión nunca fue tan pertinente como en este caso para acompañar semejante noticia, puesto que en lugar de contrarestar los efectos devastadores de la denuncia, no hace más que confirmar aquello que sospechamos. Mientras que el banner pretende alertar a los ciudadanos porteños sobre la inseguridad en los locales nocturnos, la investigación del diario Perfil aclara quién es el que te roba la guita de noche.
jueves
Cuento chino
Hwân indica progreso y éxito. El rey acude al templo ancestral, y será bueno cruzar el gran torrente. Será conveniente mantenerse firme y correcto.
VIENTO SOBRE AGUA
1º. Esta línea muestra al sujeto empeñado en rescatar del mal que se cierne, contando con la ayuda de un corcel fuerte.
Habrá buena fortuna.
2º. Esta línea muestra al sujeto en medio del desbande, apresurándose en maquinar seguridad.
Desaparecerá todo motivo de arrepentimiento.
3º. Esta línea muestra al sujeto descartando todo
respeto hacia su persona. No habrá motivo de arrepentimiento.
4º. Esta línea muestra al sujeto dispersando a los diversos partidos del Estado, lo cual conduce a formidable fortuna. Del desbande vuelve a obtener buenos hombres, una multitud del tamaño de una colina, lo cual no se le hubiera ocurrido a los hombres comunes.
5. Esta línea muestra al sujeto en medio del desbande, haciendo sus grandes anuncios, a medida que el sudor fluye de su cuerpo. También dispersa las acumulaciones de los graneros reales.
No habrá error.
6º. Esta línea muestra al sujeto disponiendo de las que pueden ser llamadas sus sangrientas heridas, y separándose de sus ansiosos temores.
No habrá error.
……………..
Este exagrama me salió hace más de un año, durante una noche en que consulté (creo que por única vez) ese libro indecodificable que es el I Ching, forzado por una visita pasajera entusiasmada con las profecías del texto. Recuerdo bien ese momento porque luego de la lectura de estas líneas, las dos personas que estaban conmigo esa noche, comenzaron a repetirme hasta el cansancio una sola de todas las frases que allí aparecían y cuya riqueza sólo ahora puedo apreciar. Me decían: “Dale loco que tenés que cruzar el gran torrente.” Y otras vaguedades de ese estilo que acompañaban con una sonrisa un tanto molesta, porque Fede y Caro parecían víctimas felices de una inminente borrachera. Y yo, a las cuatro de la mañana, quería irme a dormir y no sabía cómo echarlos educadamente, ya que me esforzaba por ser un buen anfitrión, aun a esas horas. Así que mientras estos dos inadaptados me boludeaban, apretaba las teclas de un Casiotone tratando de sacar la melodía de una vieja canción. Dije que recordaba todo esto perfectamente, sin embargo no recordaba que gran parte de las cosas que se afirmaban en ese enigmático oráculo iban a determinar los hechos que sucedieron meses después de un modo totalmente contrario a la promesa de “éxito y progreso” que están en la primera línea. Es dificil saber qué clase de operación hermenéutica es la adecuada para interpretar los comentario a los exagramas del I Ching, pero incluso prescindiendo de ese detalle, nada nos impide pensar que la frase fundamental del texto no es aquella que refiere a cruzar el gran torrente, sino aquella que reza: “el sujeto en medio del desbande, apresurándose a maquinar seguridad”. (Lo que viene a confirmar, por otra parte, el título del apartado). Es notable el uso del verbo “maquinar”, puesto que, ante la imposibilidad de rescatarme del mal que se cernía, «maquinar» he maquinado mucho, sobre todo, en los meses antes de la dispersión definitiva a la que no me pude sustraer, posiblemente, porque nunca logré maquinar una solución que no fuera la de "los hombre comunes" ni mucho menos conseguir un “corcel fuerte”.
miércoles
martes
La música de lo incierto
La nada no ocupa mi pensamiento sino mi vida, me decía, hace unos días, en una carta, Pichón Garay. Durante las horas del día no le dedico el más mínimo pensamiento; y mis noches se llenan de sueños carnales. Ha de ser porque la nada es una certidumbre, y hay una raza de hombres a la que debo, presumiblemente, pertenecer, que no baila más que con la música de lo incierto.
Juan José Saer
“En el extranjero”
lunes
Nota al pie
"Toda mujer, Yola, quiere la exclusividad de un amigo que nunca vaya a amarla como mujer y de un hombre que nunca la trate como amiga. Yo, sinceramente, lo lamento por todos nosotros."
Marcelo Cohen
El testamento de O´Jaral
Aproximación al liberalismo (de un idiota)
Según nos cuenta, desde hace un tiempo ya no sale con la frecuencia que él quisiera. Sus excursiones nocturnas de fin de semana se fueron reduciendo como el buen gusto de un peluquero bonaerense. Pero cada dos meses abandona el ascetismo y se concede una salida: va a recitales minúsculos o participa de alguna fiesta en calidad de espectador de la mayoría y amigo de unos pocos. Suele beber de más para contrarestar todo lo que no tomó anteriormente, ya que alguien dijo alguna vez que sobrelleva los niveles de alcohol en sangre con cierta elegancia. Entonces él se alegra (sonrisa desencajada en el rostro) cuando la gente ignora, o simula ignorar, sus imperceptibles borracheras mientras habla. Tiene la sana costumbre de aceptar, luego de una breve valoración de los efectos, casi todas las drogas que le convidan. Razón por la que más de una vez tuvo que irse, hecho un trapo, sin saludar a sus amistades. El viernes pasado emprendió esa suerte de placer turístico que se desarrolló en un salón majestuoso de la calle Sarmiento, donde se encontró con sus adorables chichis. Aportaron su encanto, a tono con la moda y el amor cortés, las infaltables M, C, S, y M+ (“luz de mis ojos, fuego de mis entrañas, vida mía” pensó él, recordando a Nabokov). Como siempre, S vino acompañada por E, que es el tucumano más hipe de toda
domingo
La lluvia en el jardín - Giannuzzi
La lluvia en el jardín
Joaquín Giannuzzi
miércoles
Tres poemas de Florencia Abadi
otro viento
es un accidente disfrutar del miedo
defiendo eso de hamacarnos hasta quedar muy cansados
sin restos de ferocidad
mirar atrás
considero que igual no quedé tan dañada
y mi gota de terror en el mundo
no me está perturbando
conducción
no me entierren sin mi triciclo
sin la niña al volante
de mi muerte
también
martes
Lecturas
Sin embargo, de las páginas que componen la novela, rescaté una sola frase:
“Un impulso, a costa de los nervios que quedan destrozados en habitaciones baratas, propulsiona la poesía hacia algo que los detectives llaman perfección.”
Nocturno de Chile, en cambio, tiene un estilo que caracteriza la prosa y la reputación del autor. Al igual que las novelas de Thomas Bernhard, la historia consta de un solo párrafo que fluye admirablemente en la voz de su narrador, Sebastián Urrutia Lacroix, mezcla de europeísmo y color local. Este sacerdote y decadente crítico literario repasa, en sus últimas horas de vida, algunos momentos claves de su existencia, en los que se combinan las actividades religiosas y la participación en reuniones literarias con jóvenes poetas. El trasfondo histórico-político de esa experiencia "bipolar" es el surgimiento de Allende, con la amenaza que eso supone para un miembro del Opus Dei, y la posterior instalación de Pinochet en el poder. Tras la llegada de la democracia, el narrador intenta conjurar la culpa de sus protagonistas sin dejar de ahorrarse cierta nostalgia por esos personajes que van muriendo junto con el advenimiento de los cambios sociales.
Continuando con el raid de lecturas, terminé Bajo este sol tremendo, excelente primera novela de Carlos Busqued. Grande fue mi asombro al comprobar que en esta novela como en Nocturno de Chile, hay personajes que secuestran gente en el sótano de su casa. (Entiendo que esta relación no se sostiene por otra cosa más que por el hecho de haber leído una después de otra). Mientras que en la novela del argentino no hay “reflexión moral” -ni de ningún tipo-, en la del chileno hay algo de este orden:
“Yo me hice la siguiente pregunta: ¿por qué nadie, en su momento, dijo nada? La respuesta era sencilla: porque tuvo miedo, porque tuvieron miedo. Yo no tuve miedo. Yo hubiera podido decir algo, pero yo no vi nada, nada supe hasta que fue demasiado tarde. ¿Para qué remover lo que el tiempo piadosamente oculta?”
Ahora sigo con Manigua, de Carlos Ríos, y espero que no haya nada oculto bajo la alfombra.
domingo
sábado
Un ejercicio - William CArlos Williams
Enfermo como estoy
con la mente confundida
Quiero decir que
sobrellevé este septiembre
hasta aquí
visitando amigos
volviendo a casa
tarde en la noche
vi
a un negro gigantesco
un collar sucio
alrededor de su
enorme cuello
parecía estar
ahogándolo
No supe
si me vio
o no aunque
estaba sentado
directamente
delante mío
cómo nos escaparemos
de estos tiempos
modernos
y aprenderemos
a respirar otra vez.
William Carlos Williams, en La música del desierto
jueves
Llamen a Moe que Charly está en cualquiera
Puedo ver y decir y sentir:
algo ha cambiado.
Charly García
En “El simulacro”, un cuento de Borges que tiene mucho de fábula, conocemos la historia de un hombre vestido de riguroso luto que, allá por 1952, aparece en un pueblito del Chaco con una obra ambulante. Para la representación fúnebre dispone de una muñeca rubia y una caja de cartón. La escena dura unos minutos, el público se acerca al simulacro del velorio y le dice al hombre enlutado: Mi sentido pésame, General. Frente a esto, el narrador se pregunta:
¿Qué suerte de hombre ideó y ejecutó esa fúnebre farsa? ¿Un fanático, un triste, un alucinado o un impostor y un cínico? ¿Creía ser Perón al representar su doliente papel de viudo macabro? La historia es increíble pero ocurrió y acaso no una vez sino muchas, con distintos actores y con diferencias locales.
El relato parece contestar el siguiente interrogante: ¿qué ocurre cuando una vida se desvanece? El narrador nos da una pista: la muerte de Eva es el disparador de la fundación de una “crasa mitología, para el crédulo amor de los arrabales”. Esa muerte hace posible el comienzo del mito en torno a la figura de Eva, y morir constituye el hecho fundamental para convertirse en ícono y leyenda. (Nada más explotado en términos iconográficos que la imagen de Evita por parte el peronismo en cada una de sus variantes.) Ahora bien, la farsa que lleva adelante el personaje que se creía Perón tiene múltiples resonancias, y aquí me interesa comentar sólo una, aquella que hace de esta fábula una historia que se repite una y mil veces no ya con actores de la política, sino con algunos protagonistas del espectáculo local.
¿Qué ocurre cuando un “artista” construye esa mitología (la del rock star, por ejemplo) sin la urgente necesidad de morir a tiempo? ¿Cómo puede alguien sostenerse con elegancia, al menos creativamente, y renunciar a los principios de la anarquía o la transgresión que fueron su sello, luego de coquetear con la muerte y estar condenado a seguir viviendo? Por último, ¿de qué manera responde la figura de Charly García el interrogante acerca de qué ocurre cuando una vida se desvanece en vida? El mismo genio nos da una pista: se vuelve una caricatura, una farsa macabra de sí mismo. ¿Un fanático, un triste, un alucinado o un impostor y un cínico? Bonus track, ¿Cuánto tiempo le demandará a Charly volver a ser Charly y bajo qué recursos? La respuesta está en la promoción de una vieja canción del antiguo Charly que se difundió como si fuera un tema nuevo del nuevo Charly. Un músico que se plagia a sí mismo, pero a su doble anterior. Esta es la contracara del cuento de Borges. Si en aquella ficción nos encontramos con una persona que simula ser otra: el enlutado que intenta ser Perón; en la realidad que nos ofrece el músico estamos frente a la misma persona que simula ser otra.
Me ahorro el espectáculo de verlo en sus últimos conciertos y confío en la descripción que hacen otros: “García supera todos los límites. Casi no puede cantar y apenas puede moverse. (…) Su cara está inflamada y su mirada ida, pero igual hace cortes de manga —en cámara lenta— como si alguien lo activara desde una consola.”
En este curioso juego de espejos donde una novedad resulta ser, al mismo tiempo, una noticia del pasado, sería reconfortante, incluso maravilloso, que en el devenir de los hechos nuestro rock star del subdesarrollo tenga algo más para decir que no sea simplemente balbucear, implorando la anestesia, say no more. Porque para morir no hace falta más que estar vivo.
martes
Meditaciones perrunas
Mi perro debe ser, si no el único, el primer perro comunista de la historia. Durante sus primeros años, fui el único responsable de su educación doctrinaria, que no estuvo exenta de problemas, ya que debí sobreponerme a la conducta dispersa de un labrador. Grandes esfuerzos he tenido que realizar para combinar sus horas de estudio con los pocos minutos que le dejé para jugar con la pelotita u otras distracciones inútiles. No pasó mucho tiempo hasta que el can, aún cachorro, comenzó a lucir el fruto de mis enseñanzas. Al año sabía la definición del concepto de plusvalía y a los dos años recitaba de memoria algunos pasajes memorables de El 18 brumario de Luis Bonaparte. Meses después se abocó a la lectura de las obras de Engels y elaboró, fruto del fervor juvenil, anotaciones al márgen, profusas en faltas de ortografía.
Lamento que un detalle de su persona – su nombre- no refleje la naturaleza de sus costumbres. Yo hubiera querido que se llamara “Lenin”, pero mi familia rechazó con argumentos de derecha ese nombre tan singular. Entonces me decidí por un nombre más prosaico, al que llegué luego de largas meditaciones, “Coco”. Pero volvieron a rechazarlo porque a mi madre le recordaba a un familiar lejano y algo estúpido, es cierto, que respondía a ese mismo apodo. Finalmente, el nombre de mi perro comunista fue Roco, y aunque eso no me enorgullece, al menos me motiva que sea el único negro que no se haya pasado al peronismo. Después de todo, he tenido que luchar, no sólo contra la naturaleza misma del animal, sino también contra la ideología de mi propia familia, para que éste no cometiera ese grave error que, tarde o temprano, lamentaría.
Con motivo de mi mudanza a un departamento del centro, la educación del perro quedó en manos de mi madre y, durante esos cinco años, el animal – me refiero al perro- cambió radicalmente los contenidos de su aprendizaje. Empezó a recibir un cariño desmedido, caricias en abundancia, y fue saciado en todos sus caprichos. Mi madre le daba tostaditas con mermelada durante el desayuno, inclusó llegó a probar su primer café con leche que luego se tansformó en costumbre. Lejos quedaron los tiempos en que se declaraba en huelga de hambre porque no le gustaba la comida balnceada, y luchaba por sus derechos perrunos. Ahora se conforma con cualquier menudencia, ravioles, ensaladitas y frutas variadas, más apropiada al paladar humano que al gusto de un perro comunista. Cuando regresé al calor del hogar, a causa de una crisis que no pude afrontar solo, la educación del can a cargo de mi madre había llegado a un nivel de absurdo tan grande que un ser humano acercaba su cabeza a la del perro, y éste le daba besitos en la oreja. Intenté remediar esta grave desviación volviendo su carácter más agresivo. Intercambié la pelotita por un ladrillo y todas las mañanas lo entreno para que le tire piedras a la policía. Debo decir que avanzamos rápidamente ante la cantidad de oportunidades que la realidad nos ofrece.
Por los duros tiempos que corren, es muy común que el animal sonría y mueva la cola en demanda de un hueso o, pero aún, de una galletita, cosa que antes hacía en demanda de un libro de mi biblioteca. Olvidado en su memoria ha quedado el recuerdo de la lectura de panfletos doctrinarios y del Código Civil. Ahora en su cuello lleva un collar –logré que sea de color rojo- y sus movimientos pueden ser sometidos a la voluntad del hombre que lo sujeta, el patrón, con lo que ha perdido no sólo su libertad de movimiento, sino también su libertad de acción.
Valgan estas palabras como prueba de la enorme pena que he tenido que asumir al comprobar ahora que mi perro se parece más a un perro que a otra cosa.
domingo
Fragmento de un diario de infierno
En el espacio de ese minuto que dura la iluminación de una mentira, me fabrico un pensamiento de evasión, me lanzo sobre una falsa pista señalada por mi sangre. Cierro los ojos de mi inteligencia, y dejando hablar en mí lo informulado, me concedo la ilusión de un sistema cuyos términos me escaparían. Pero de este minuto de error me queda el sentimiento de haber arrebatado a lo desconocido algo real. Creo en los conjuros espontáneos. Sobre las rutas por la cuales mi sangre me arrastra no puede ser que un día yo no encuentre una verdad.
Antonin Artaud
sábado
Bin Laden y los supermercados chinos
(diálogos absurdos con el almacenero, donde nos tomamos la libertad de decir cualquier cosa siempre y cuando no haya ningún otro cliente)
El viernes a la noche cruzo al almacén de enfrente para comprar puchos y una cerveza antes de que cierre, a fin de evitarme el camino más largo hasta el superchino que, naturalmente, cierra dos horas más tarde.
El almacén, como de costumbre, está vacío. Me atiende Leo, que está mirando la televisión en la sintonía de CNN, lo que es una novedad ya que en general mira C5N.
- El mundo se va a la mierda- dice.
- Para mí se fue a la mierda hace rato.
- Parece que Estados Unidos va a explotar en cualquier momento- advierte.
- Eso sí que me gustaría verlo.
-…
- No veo la hora de que explote por los aires, literalmente.- digo.
- Nooooooooooo- exclama el almacenero- Eso sí que no, sino estamos en manos de los malos. ¿Como se llama el de barba?
- …
- ¡Bin Laden! – grita- Bin Laden.
Al borde de la desesperación y viendo por qué lado viene la cosa, le digo:
- Leo, Bin Laden no existe. A vos no te hizo nada y a mí tampoco, ni antes ni después de la torres gemelas. Además si vos creés que en Medio Oriente están los malos, estás cayendo en el jueguito de los yanquis, eso de que ellos son los buenos y los malos son los tipos con turbante. Esa no se la cree ni mi abuela, que cree un montón de boludeces. Me extraña, Leo.
- Noooooo – exclama nuevamente- Si Estados Unidos se cae, el mundo queda en mano de los terroristas y todo se va a la mierda. No nos salva nadie si ellos tienen el poder.
- Leo, vos te creés todo lo que dicen el la tele- Me pongo didáctico-. Los que tienen el poder ahora son los yanquis y muy bien no estamos. Además son los únicos que no ocultan su costado imperialista. Tienen un ejército de la puta madre, invaden todos los países que se le cantan las bolas, y matan gente por todos lados. Y es más que evidente que se quieren quedar con el petróleo, porque si no, no tiran ni un petardo en Irak, Afganistan y Pakistán.
-Eso del petróleo es un invento- afirma-. Si ya hay países como Francia y Alemania que están probando con la energía solar, y hay autos que andan así.
- ¿Energía solar? - pregunto.
-Sí- confirma mi almecenero.
- Por cada mil autos a nafta, se producen cien a diesel, y uno a energía solar, Leo.
- No te creas- dice.
- Que yo sepa en Estados Unidos el sol también sale, asi que no habría ningun problema que vendan autos a energía solar. El problema es que a Estados Unidos la energía solar le chupa tres huevos, porque ellos necesitan el petróleo que, obviamente, no tienen. No te olvides que la familia Bush, esos hijos de remilputas, tienen empresas petroleras o vinculadas al petróleo, y saben que la torta está en otro lado, Sri Lanka, si querés, pero no en EE.UU. Por eso invadieron medio oriente cuando estuvieron en el poder.
- Entonces, para vos, si Estados Unidos se va a la mierda definitivamente , ¿quién se queda con la manija del poder?
- Yo qué sé – le digo-. A lo mejor queda en manos de los rusos o de los ingleses o de los chinos… No tengo idea, pero seguro que cualquiera de esos es mejor que los yanquis.
- ¡Los chinos!- exclama.- No, por dios. Si los chinos tienen la manija, llenan el mundo con supermercados. Dejame de joder con los chinos. Estoy fundido por los chinos. Me tienen los huevos al plato los chinos. Para eso me quedo con los yanquis-. Concluye.
jueves
La balada de Bruno S. (1977)
Hay películas que puedo volver a ver una cantidad de veces sin que por eso decaiga el fervor de esa primera vez en que coincidimos y yo fui su espectador. Ya sea por la simpleza de su argumento, la calidad de sus actores o la destreza del director para sumergirme en las imágenes, una vez que estoy frente a esas maravillas del cine (llevado por el zapping y el azar de la programación de los canales de cable) me entrego sin resistencia a lo que ya sé va a depararme esa hora y media que tengo por delante. Esas películas raramente se dan cita en la progresiva decadencia del cable, pero no es imposible que ocurra. Obras como El inquilino (Polanski), El resplandor (Kubrick), Sed de mal (Wells), Taxi driver (Scorsese), Codigo 46 (Winterbottom), La soga (Hitchcock) conforman esa breve filmografía que trae aire fresco (o no tanto) a la televisión paga. El fin de semana pasado, esa sana rareza fue La balada de Bruno S. (Stroszek, en el original) de Werner Herzog.
Uno de los elementos que hace de este film una historia fascinante es la actuación de Bruno Schlierstein en el rol protagónico. Herzog vio a este actor en un documental de 1970, y lo convocó para protagonizar El enigma de Kaspar Hauser (1974), donde interpretó con maestría a un personaje más comlejo que el propio Stroszek. Un breve repaso por su biografía permite comprender por qué su labor resulta perfecta para encarnar personajes extraños, con cierto retraso, mirada esquiva, y reflexiones agudas en medio de la desesperación. Bruno Schlierstein era el hijo de una prostituta que lo golpeaba durante su infancia lo que le dejó una sordera momentánea; y pasó por diferentes reformatorios y hospitales mentales hasta los veinte años. La naturalidad con que desarrolla sus personajes nos hace pensar que Bruno S. no actúa, sino que interpreta la vida de Bruno Schlierstein. Por eso no es casual que Herzog usara en el título del film las iniciales del actor para referirse al personaje, y filmara en la casa del actor las costumbres domésticas del personaje.
La balada de Bruno S. (1977) comienza cuando Bruno sale de la cárcel y se encuentra en un bar con una vieja amiga a quien lleva a vivir a su casa, tratando de mantenerla a salvo de dos matones que la desprecian. Esta decisión origina la violencia de esos dos hombres que encuentran el domicilio de Bruno, y golpean al protagonista y luego a Eva. Una vez que esta situación se hace insoportable, ambos aceptan la propuesta de un vecino de viajar los tres a Estados Unidos, escapando de una forma de violencia física para encontrar otro tipo de crueldad.
Cuando llegan a América, Eva comienza a trabajar en un bar (ella es la única que habla inglés de los tres) pero Bruno y el anciano permanecen desocupados. A pesar de esto, logran comprar una casa que ocuparán por poco tiempo, ya que no podrán pagar las cuotas del crédito y finalmente el Banco remata el inmueble. Eva comienza a prostituirse y decide abandonar a Bruno por un cliente. Empujados por la desesperación de no poder adapatarse a las nuevas condiciones de ese país, Bruno y el anciano llevan adelante un robo con previsibles consecuencias.
Hay dos escenas que permiten comprender aquello que Herzog intenta mostrar con la historia. Una está dada por el momento en que el empleado del banco se presenta en la casa de los protagosnistas para decirles, con una sonrisa en su rostro y una amabilidad decididamente didáctica, que si no pagan las cuotas del préstamo debe llevarse el televisor. Hecho que no se consuma porque Eva desembolsa el dinero que adquirió prostituyéndose. Con la misma actitud se presentará dicho empleado para pedirle a Bruno que firme la orden de remate de su casa. Pero la escena clave del film es cuando Bruno, mostrándole a Eva una escultura sobre cómo se siente, le explica que “están cerrando todas las puertas delante de él y de la manera mas educada posible” a lo que Eva responde que nadie está dándole patadas, y Bruno replica: “No, no físicamente. Aquí lo hacen espiritualmente… Hoy el daño se hace de otra manera. Lo hacen de manera educada y con una sonrisa.”
Este es, a mi entender, el núcleo de la historia, la forma en que los hechos dan cuenta de un tipo de violencia solapada, oculta, que se expresa con la mayor delicadeza posible y que no deja de ser tan efectiva como la violencia física, ante todos aquellos que no comprendan la forma de alcanzar el sueño americano.
Confesiones de un artista de mierda
Por supuesto, él y Fay habían estado peleando, como de costumbre, y eso pudo haber tenido algo que ver. Cuando se enfurecía no tenía control sobre el lenguaje que empleaba, y Fay siempre había sido igual, no por emplear sólo palabras soeces, sino por la elección indiscriminada de insultos, que se lanzaban a sus puntos débiles, diciendo cualquier cosa que pudiera hacer daño, fuera o no verdad... en otras palabras, diciendo cualquier cosa, y en voz alta, de modo que sus dos hijas les oyeran con claridad. Incluso en su conversación normal, Charley siempre había sido malhablado, algo que cabe esperar de un hombre que creció en un pueblo de Colorado. Y Fay siempre disfrutó con su lenguaje. Los dos formaban toda una pareja. Recuerdo que un día estábamos los tres en su patio, disfrutando del sol, y yo comenté algo, creo que tenía que ver con el viaje espacial, y Charley me dijo:
—Isidore, sí que eres un artista de mierda.
Fay se rió, porque me dolió mucho. A ella le daba lo mismo que yo fuera su hermano; no le importaba a quién insultaba Charley. La ironía de un patán como ése, de un ignorante barrigudo y bebedor de cerveza del medio-oeste que nunca terminó la escuela secundaria, llamándome un «artista de mierda» se quedó en mi cabeza e hizo que eligiera el título irónico para este trabajo. Puedo ver claramente a todos los Charley Hume del mundo, con sus radios portátiles sintonizadas en los bailes de los Giants, con un cigarro enorme colgando de sus bocas, y esa expresión apagada y vacía en sus gordas y rojas caras... Y son esos patanes los que dirigen este país y sus industrias más importantes, el ejército y la marina, de hecho, todo. Para mí es un misterio eterno. Charley sólo empleaba a siete tipos en su fundición, pero pensad en ello: siete seres humanos que dependían de un granjero como ese para su subsistencia. Un hombre semejante, en una posición en la que pudiera limpiarse la nariz sobre el resto de nosotros, sobre cualquiera que tuviera sensibilidad o talento.
Philip Dick