martes

La crisis intelectual

La crisis militar tal vez ha terminado. La crisis económica es visible en toda su fuerza; pero la crisis intelectual, más sutil, que por su propia naturaleza toma las apariencias más engañadoras (puesto que se cumple en el reino mismo de la disimulación), esa crisis difícilmente deja captar su verdadero centro, su fase.

Nadie podrá decir lo que mañana estará muerto o vivo en literatura, en folosofía, en estética. Nadie sabe aún qué ideas y qué modos de expresión quedarán inscritos en la lista de pérdidas, qué novedades serán proclamadas…

Los hechos, sin embargo, son claros y despiadados: hay millares de jóvenes escritores y jóvenes artistas que han muerto.


Paul Valéry
Primera carta, La política del espíritu.
Ed. Losada, 1940.

lunes

La condesa sangrienta


Erzsébet fascinaba. Y la fascinación de una belleza joven y turbadora nunca cansa. La forma peculiar de bajar los párpados de oscuras pestañas, de inclinar sobre la gran gola tiesa el óvalo de la mejilla; y el contorno de aquella boca, ese contorno que el tiempo casi ha borrado en su retrato… Cuando aparecía, seducía e inspiraba temor. Las demás mujeres no eran nada a su lado, pues era bruja y loba noble. Si hubiera sido de temperamento alegre, las cosas habrían sido diferentes, pero sus escasas palabras sólo expresaban desafío, mando, sarcasmo. ¿Qué puede hacerse con mujeres así, como no sea adornarlas, acorazarlas con rígidos rasos y perlas? Ningún amor iba nunca hacia Erzsébet. Sólo sus nodrizas y brujas, fieles a sus instintos primitivos, le habían consagrado un culto y despreciaban al resto de la humanidad.

Sin embargo, Erzsérbet estaba segura de su derecho: un derecho fundado en la peligrosa y fatal magia de las savias vegetales y de la sangre humana, un derecho nacido de la rosa de los vientos y contra el cual nadie puede nada. Las brujas del bosque la hacían vivir en el corazón de un mundo sin relación alguna con el mundo real. Más adelante, sintiendo crecer en su interior el deseo de inmolarlas, pensaba de las jóvenes:

«Su sangre no las llevará más allá; la que va a vivir ahora de ella soy yo, otra yo; seguiré su camino, su camino de juventud que las conducía a la maravillosa libertad de gustar. Por su camino, que yo hago mío con trampas, llegaré al amor. Conservadme joven, aceites que tenéis la flexibilidad de las flores. Ya que existís realmente, como yo existo, gotas secretas conservadas en la palma de las manos de hadas, en la cáscara de las bellotas, en la unión de dos hojas donde se baña el insecto, puesto que existís, ¡oh secretos, mezclaos, acudid en mi ayuda! No sé de dónde vengo, de verdad que no sé de dónde vengo, soy incapaz de imaginar de dónde vengo. Vosotros, que no conocéis vuestro extraño poder, vosotros, que habéis nacido tal y como sois, conservadme tal y como soy. Pues no sé de dónde vengo, no sé adónde voy: estoy aquí.»


Valentine Penrose

La condesa sangrienta, Ediciones Siruela, Madrid, 1996.



sábado

Pensamientos



Lo mejor de haber estado en el desierto es que uno, finalmente, termina encontrando la salida. Aunque sea lo último que haga.




viernes

El diablo con la madre

I


Madre, despierta, pero no

grites, silencio! Desvelado

tu hijo ha prendido la luz

en el cuarto con los muros desnudos.

Mira en la silla negra

la ropa con cera y sangre,

las vigas pintadas con cal,

los ratones en la palangana.


II


Su muerte, un golpe en el granero,

lo ha despertado en su infieron:

un golpe del granero en su corazón,

y ahora un silencio adentro y afuera.

El silencio con el sudor de un muerto

le moja la sábana y el cuerpo.

en esa agua suspira

con la voz de una vieja golondrina.


III


Madre, tu hijo se levanta, se pone

los zapatos, abandona el lecho.

Sólo por las escaleras de hielo

baja entre las sombras de los sacos.

Solo bombea el agua, un chorro

de agua que cae con un amargo

estrépito en el arroyo; y orina

bajo las estrellas de la noche lisa.


IV


Tu hijo vuelve arriba por las escaleras

caminando despacio como un ladrón.

No la sabes, pero él tiene

un Loco sin Madre en el pecho.

Entra en el cuarto, el Ladrón,

y se queda espantado en la luz:

ahora su muerte es esta luz

que llena el cuarto de amarillo.



Pier Paolo Pasolini




No ver nada

“Existe, pues, un fondo de poesía que nace de los accidentes naturales del país y de las costumbres excepcionales que engendra. La poesía, para despertarse (porque la poesía es como el sentimiento religioso, una facultad del espíritu humano), necesita el espectáculo de lo bello, del poder terrible, de la inmensidad, de la extensión, de lo vago, de lo incomprensible, porque sólo donde acaba lo palpable y vulgar, empiezan las mentiras de la imaginación, el mundo ideal. Ahora yo pregunto: ¿qué impresiones ha de dejar en el habitante de la República Argentina, el simple acto de clavar los ojos en el horizonte, y ver… no ver nada.”


Domingo F. Sarmiento

Facundo, Cap. II


Así, pues, si hago abstracción de todo detalle y me limito a la impresión rápida y a ese total natural que da una percepción instantánea, no veo nada ¡nada! Nada, aunque haya sido una nada infinitamente rica.


Paul Valéry.

“Yo le decía, a veces, a Stèphane Mallarmé” en: Política del espíritu. Losada, 1940.




Fauna


III


Cuando no soy

y la busco

me muevo en la sombra

invisible

como un pájaro

transparente

embalsamado de rabia

que pierde la vista

en la intemperie

antes de hablar

esa lengua

extranjera.





VI



Sin saber

que lo observaban

el zorzal cantó

en perfecta disonancia

una melodía más dulce

que la de un caballo

ciego.


“La vida imita al arte”

fue su primer verso

y terminó como un gorrión

en la boca de un perro


jueves

Fauna



VIII


Con el aire húmedo

de la tormenta

la confusión

se teje en la tarde


aprovecho el rumor

de la llanura

escapo al calor

de la emboscada


y ahí donde la luz

no me delate

tus ojos estarán sobre mí

pero yo no seré.