Los hechos, sin embargo, son claros y despiadados: hay millares de jóvenes escritores y jóvenes artistas que han muerto.
Primera carta, La política del espíritu.
Ed. Losada, 1940.
Los hechos, sin embargo, son claros y despiadados: hay millares de jóvenes escritores y jóvenes artistas que han muerto.
Primera carta, La política del espíritu.
Ed. Losada, 1940.
Erzsébet fascinaba. Y la fascinación de una belleza joven y turbadora nunca cansa. La forma peculiar de bajar los párpados de oscuras pestañas, de inclinar sobre la gran gola tiesa el óvalo de la mejilla; y el contorno de aquella boca, ese contorno que el tiempo casi ha borrado en su retrato… Cuando aparecía, seducía e inspiraba temor. Las demás mujeres no eran nada a su lado, pues era bruja y loba noble. Si hubiera sido de temperamento alegre, las cosas habrían sido diferentes, pero sus escasas palabras sólo expresaban desafío, mando, sarcasmo. ¿Qué puede hacerse con mujeres así, como no sea adornarlas, acorazarlas con rígidos rasos y perlas? Ningún amor iba nunca hacia Erzsébet. Sólo sus nodrizas y brujas, fieles a sus instintos primitivos, le habían consagrado un culto y despreciaban al resto de la humanidad.
Valentine Penrose
La condesa sangrienta, Ediciones Siruela, Madrid, 1996.
Lo mejor de haber estado en el desierto es que uno, finalmente, termina encontrando la salida. Aunque sea lo último que haga.
I
Madre, despierta, pero no
grites, silencio! Desvelado
tu hijo ha prendido la luz
en el cuarto con los muros desnudos.
Mira en la silla negra
la ropa con cera y sangre,
las vigas pintadas con cal,
los ratones en la palangana.
II
Su muerte, un golpe en el granero,
lo ha despertado en su infieron:
un golpe del granero en su corazón,
y ahora un silencio adentro y afuera.
El silencio con el sudor de un muerto
le moja la sábana y el cuerpo.
en esa agua suspira
con la voz de una vieja golondrina.
Madre, tu hijo se levanta, se pone
los zapatos, abandona el lecho.
Sólo por las escaleras de hielo
baja entre las sombras de los sacos.
Solo bombea el agua, un chorro
de agua que cae con un amargo
estrépito en el arroyo; y orina
bajo las estrellas de la noche lisa.
IV
Tu hijo vuelve arriba por las escaleras
caminando despacio como un ladrón.
No la sabes, pero él tiene
un Loco sin Madre en el pecho.
Entra en el cuarto, el Ladrón,
y se queda espantado en la luz:
ahora su muerte es esta luz
que llena el cuarto de amarillo.
Pier Paolo Pasolini
Domingo F. Sarmiento
Facundo, Cap. II
Así, pues, si hago abstracción de todo detalle y me limito a la impresión rápida y a ese total natural que da una percepción instantánea, no veo nada ¡nada! Nada, aunque haya sido una nada infinitamente rica.
Paul Valéry.
“Yo le decía, a veces, a Stèphane Mallarmé” en: Política del espíritu. Losada, 1940.
Cuando no soy
y la busco
me muevo en la sombra
invisible
como un pájaro
transparente
embalsamado de rabia
que pierde la vista
en la intemperie
antes de hablar
esa lengua
extranjera.
VI
Sin saber
que lo observaban
el zorzal cantó
en perfecta disonancia
una melodía más dulce
que la de un caballo
ciego.
“La vida imita al arte”
fue su primer verso
y terminó como un gorrión
en la boca de un perro